28 diciembre 2006

La tradición democrática de Chile


Últimamente he escuchado a varios señores políticos y a opinólogos hablar de la “tradición democrática de Chile”, me puse a repasar un libro de historia y encontré lo siguiente:

1810 18 de septiembre Primera Junta de Gobierno.
1817 12 de febrero Declaración de la Independencia.
1817 Dictadura de O’Higgins. Director Supremo.
1823 Junta de Gobierno.
1824 Dictadura de Freire.
1826 Anarquía. Federalismo.
1829 Revolución de Prieto
1851 Revolución
1859 Revolución
1891 Revolución
1924 5 septiembre Pronunciamiento militar.
1931 Sublevación de la Escuadra.
1932 Anarquía.
4 de junio Junta de Gobierno.
17 de junio Junta de Gobierno.
13 de septiembre Pronunciamiento.
2 de Octubre Sublevación del Ejército.
1973 Junta de Gobierno.

Si nos fijamos en el listado de arriba, la tradición democrática cuando más nos ha durado ha sido entre 1932-1973, es decir 40 años. Ojalá que en el futuro esta “tradición” dure un poco más. Por supuesto ello dependerá del comportamiento de los señores políticos ¿durará tanto la cordura de estos señores? ¿Qué crees? ¿Esta vez alcanzaremos a pasar el 2013?

27 diciembre 2006

Carta de Eduardo Frei M a Mariano Rumor - Noviembre 1973


Estimados amigos, hace mucho tiempo leí esta carta que describe detalladamente la época de la Unidad Popular. En realidad, con la entrevista al ABC y esta, creo que no habrá persona que no se forme una idea clara de lo que fue esa desgraciada época de nuestra historia. La pongo para que la vuelvan a leer, pero especialmente para que tratemos que la lean nuestros hijos y nietos, para que no le cuenten cuentos los marxistas de siempre.

Carta de Eduardo Frei Montalva a Mariano Rumor, Presidente de la Unión Mundial de la D.C.

Santiago, 8 de noviembre de 1973

Muy estimado Presidente y amigo:
He creído de mi deber dirigirme a usted, y por su intermedio a la directiva de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana, para que conozcan nuestro pensamiento frente a los hechos ocurridos en Chile y su repercusión exterior.

Tiene también por objeto señalar cómo una propaganda muy concertada y dirigida pretende ensombrecer el nombre de la Democracia Cristiana chilena y en especial el de algunos de sus personeros, sin que hayan faltado quienes le han dado acogida, ignorantes de la verdadera realidad.

La Democracia Cristiana nació en Chile justamente para defender la libertad, el derecho y la democracia. En cuarenta años de existencia este Partido nunca ha tenido una vacilación en la defensa de estos principios y en su combate especialmente contra todas las fuerzas fascistas que en la década del 30 al 40 gozaban de tanto prestigio y se extendían en nuestro hemisferio. Combatimos así a la Falange española, al rexismo belga, al fascismo italiano y el nazismo alemán.

Personalmente di testimonio de ello, al igual que todo nuestro Partido, en libros, artículos y acciones correspondientes.

Fue este Partido el que en 1957 contribuyó a la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia que existía en Chile y que colocaba fuera de la ley al Partido Comunista. Por último, llegado este Partido al Gobierno que tuve el honor de presidir, dirigió al país dentro del más pleno respeto a las normas democráticas. Ningún partido político sufrió, no digamos persecución, sino ni la más leve molestia, al igual que en cualquier democracia europea. Y fue nuestro gobierno el que, arrastrando en esos años muchos ataques, reanudó relaciones con Rusia y los demás países socialistas.

Los partidos que se han conducido de esa manera no pueden aceptar de nadie, ni de adversarios ni mucho menos de quienes se dicen amigos, la menor tacha a su limpia trayectoria democrática. Y digo esto, porque para asombro nuestro estamos recibiendo ahora lecciones de democracia de los Partidos Comunistas y aun de quienes en su país ocuparon en el pasado cargos de Ministros en gobiernos dictatoriales.

Esta campaña de desprestigio de la Democracia Cristiana chilena ha sido acompañada por una incesante propaganda nacida en los medios de izquierda marxista y acogida por insignificantes grupos democratacristianos, en el sentido de que la Democracia Cristiana chilena está dividida o a punto de hacerlo, calificando a unos de “derechistas” y a otros de “izquierdistas”. Si con ese criterio se juzgara a cualquiera de los PDC de Europa y América Latina, seguramente éstos aparecerían con mucho mayores señales de división que las que se pueden suponer en Chile, donde el Partido ha dado ejemplo de solidez y unidad en situaciones extremadamente difíciles. Que existan en algunos puntos diferencias de opinión es natural en partidos democráticos, pero eso no hiere su unidad fundamental. Esta maniobra de descalificación progresiva a unos o a otros, manejada por la prensa marxista o de extrema derecha, consideramos que constituye uno de los mayores peligros para el futuro de la Democracia Cristiana en cada país, si no existe un mínimo de solidaridad y respeto entre los distintos partidos y no caen en la trampa de hacerse eco de tales maniobras.

¿Qué ocurrió en Chile?
Este país ha vivido más de 160 años de democracia prácticamente ininterrumpida. Es de preguntarse, entonces, cuál es la causa y quiénes son los responsables de su quiebre. Nuestro juicio la responsabilidad íntegra de esta situación - y lo decimos sin eufemismo alguno - corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país.

¿En qué basamos esta afirmación?
a) Este régimen fue siempre minoría y nunca quiso reconocerlo. Obtuvo en la elección presidencial el 36 por ciento de los votos. Subió al cincuenta por ciento a los cuatro meses de elegido, en las elecciones municipales, siguiendo una vieja tradición chilena en que el pueblo da su apoyo al gobierno recién elegido. En los comicios parlamentarios del 73 bajó al 43 por ciento, a pesar de haber ejercido una intervención no conocida en la historia de Chile y haber utilizado toda la maquinaria del Estado, enormes recursos financieros y presión sobre las personas y organizaciones, que llegó hasta una violencia desatada que causó varios muertos y numerosos heridos a bala. Por último, quedó comprobado con posterioridad un fraude de por lo menos 4 a 5 por ciento de los votos, pues los servicios públicos, entre otras cosas, falsificaron miles de carnés de identidad.

b) Pero no sólo fueron minoría en el Parlamento. Fueron minoría en los Municipios; lo fueron en las organizaciones vecinales, profesionales, campesinas y progresivamente estaban llegando a ser minoría en los principales sindicatos industriales y mineros, como el caso del Acero, Petróleo, Cobre, etc. Igualmente, salvo en un solo caso, fueron derrotados en todas las organizaciones universitarias en que votaban los académicos y los estudiantes y para qué decir en las organizaciones específicamente estudiantiles.

En vez de reconocer este hecho y buscar el consenso, trataron de manera implacable de imponer un modelo de sociedad inspirado claramente en el marxismo-leninismo. Para lograrlo aplicaron torcidamente las leyes o las atropellaron abiertamente, desconociendo a los Tribunales de Justicia. Cada vez que perdían una elección en las organizaciones sindicales y campesinas o estudiantiles desconocían el hecho y creaban una organización paralela afecta al gobierno, la cual recibía la protección oficial mientras eran perseguidos los organismos que respondían a una elección legítima. Así se trató a los estudiantes, a la clase obrera y a los campesinos.

En esta tentativa de dominación llegaron a plantear la sustitución del Congreso por una Asamblea Popular y la creación de Tribunales Populares, algunos de los cuales llegaron a funcionar, como fue denunciado públicamente. Pretendieron, asimismo, transformar todo el sistema educacional, basado en un proceso de concientización marxista. Estas tentativas fueron vigorosamente rechazadas no sólo por los partidos políticos democráticos, sino por sindicatos y organizaciones de base de toda índole, y en cuanto a la educación, ella significó la protesta de la Iglesia Católica y de todas las confesiones protestantes que hicieron públicamente su oposición. Frente a estos hechos, naturalmente la Democracia Cristiana no podía permanecer en silencio. Era su deber - y lo cumplió - denunciar esta tentativa totalitaria que se presentó siempre con una máscara democrática para ganar tiempo y encubrir sus verdaderos objetivos. Eso fue lo que el país resistió. Fueron éstas las razones por las que la Corte Suprema de Justicia, por la unanimidad de sus miembros, denunció ante el país el hecho de que por primera vez en la historia de Chile los Tribunales no eran respetados, se atropellaban las leyes y sus sentencias no se cumplían. La Contraloría General de la República, órgano que en Chile adquiere un verdadero carácter constitucional y que no sólo tiene funciones contables, sino que califica la legalidad de los decretos del Ejecutivo, rechazó innumerables resoluciones del gobierno por estimarlas ilegales.

El Parlamento continuamente reclamó durante tres años la violación de las leyes y el atropello al Derecho, sin ser oído. Esto culminó cuando, aprobadas dos reformas constitucionales, el Presidente de la República se negó a promulgarlas. Buscando un pretexto para no hacerlo, recurrió primero al Tribunal Constitucional, el cual dio la razón al Congreso. Sin embargo, eso fue inútil. Pretendió después promulgar estas reformas de manera trunca, o sea, parte del texto, lo que rechazó la Contraloría General de la República. Por último, se negó lisa y llanamente a respetar la decisión del Congreso Nacional. Esto llevó a la Cámara de Diputados a aprobar un acuerdo destinado a señalar al país que se estaban atropellando abiertamente la Constitución y las leyes y mostrar una lista abrumadora de casos concretos de cómo así ocurría.

Por haber ejercido estos derechos, la Democracia Cristiana es presentada por la propaganda comunista como fascista o antidemocrática. Esta peregrina teoría parece haber encontrado acogida en algunos.

Pero cabe preguntar: ¿Qué ocurriría en cualquier país europeo en que la Corte Suprema de Justicia declara que el gobierno ha atropellado la ley y no ha acatado las sentencias judiciales? ¿Qué ocurriría si el Congreso aprobase reformas constitucionales y el Ejecutivo se negara a promulgarlas y aun a publicarlas?

Lo curioso es que el Partido Comunista y el Partido Socialista durante todos los gobiernos anteriores en que estuvieron en la oposición la ejercieron en forma extrema. Cuando el gobierno de la DC triunfó con el 57% de los votos del electorado nacional (no con el 36%), el Partido Socialista oficialmente y el señor Allende, líder de ese Partido, declararon que no reconocían el triunfo de la Democracia Cristiana. Se negaron a concurrir al Congreso Pleno, que en Chile es el trámite correspondiente para la proclamación del Presidente de la República, y anunciaron textualmente que le negarían al gobierno de la DC “la sal y el agua”. El Partido Comunista estuvo en una oposición constante y total.

Para hacerlo recurrieron a la injuria, a la violencia, y el Partido Socialista una y otra vez manifestó que no respetaba el orden legal y democrático, que no era sino un orden burgués. Cada vez que había una huelga o un conflicto, el señor Allende y los partidos Socialista y Comunista lo promovían o acentuaban para llevar al extremo la situación. En su implacable crítica al gobierno de la Democracia Cristiana, todo lo encontraron mal, y cuando la inflación llegaba al 20 por ciento, llamaban al país a la huelga general para derrocarlo.

¡Qué distinta la actitud del Partido Demócrata Cristiano, que concurrió con sus votos a elegir Presidente al señor Allende cuando obtuvo sólo un 36 por ciento de la votación nacional y que no pidió en compensación ni un solo cargo o influencia sino un Estatuto de Garantías Constitucionales que asegurara plenamente la democracia en Chile!. Pues bien, por boca de don Renán Fuentealba primero, y de don Patricio Aylwin después, como presidentes del Partido Demócrata Cristiano, se denunció que este Estatuto, que el Presidente juró respetar, fue constantemente atropellado.

¿Cuál era el fondo del problema?
El fondo del problema es que este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo - que fue el slogan de su propaganda nacional y mundial - estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria.

Así lo señalaron no sólo la Corte Suprema, la Contraloría y el Parlamento. Se agregó la declaración del Colegio de Abogados, que en extenso documento indicó al país que el sistema legal había sido reiterada y manifiestamente atropellado. Por otro lado, el Partido Radical de Izquierda, que apoyó al señor Allende en la elección y que formó parte de su gobierno, se retiró de él denunciando que había llegado a la certeza de que se iba al quiebre de la democracia por la acción del gobierno que integraban. Hombres que habían militado siempre en la izquierda chilena, que dirigían ese partido, señalaron con extrema dureza que el país estaba al borde del caos y que la voluntad del Ejecutivo era instaurar la dictadura totalitaria.

A esto se agregó el Colegio Médico, que tradicionalmente apoyó al señor Allende, pues éste fue Presidente de él; el Colegio de Ingenieros y todos los demás colegios profesionales. Fue, asimismo evidente un cambio en diversos sindicatos, que se manifestó en huelgas, de las cuales la más prolongada fue la de los obreros del cobre. Todo, pues, conducía a una situación crítica.

Los partidos de gobierno ya no ocultaban sus intensiones. El Secretario General del Partido Socialista llamaba abiertamente a los soldados y marineros a desobedecer a sus oficiales y los incitaba a la rebelión. En iguales términos se expresaban otros partidos de gobierno en forma de tal manera insensata que hasta el propio Partido Comunista manifestó su desacuerdo con ellos y en especial con el Partido Socialista, “que rechazaba todo acuerdo con la Democracia Cristiana y se unía cada vez más al Movimiento de Izquierda Revolucionaria en su tesis de la revolución violenta e inmediata”. Así lo han declarado numerosos dirigentes comunistas.

Reveladora es la entrevista publicada en La Stampa, del 26 de octubre de 1973, en la cual se afirma por un alto dirigente que el Partido Comunista buscaba una solución política, pero que en los últimos días se encontraron con el discurso del Secretario General del Partido Socialista contra las Fuerzas Armadas y “con su obstinado maximalismo al igual que el de Enríquez, jefe del MIR, y por eso nos hemos encontrado sin preparación ante el golpe”. La posición del Partido Comunista, según la misma entrevista, que coincide con innumerables otras declaraciones y documentos, no difería en cuanto a los objetivos, sino sólo ante la táctica a seguir. “Las armas que teníamos - agrega -, de las cuales los generales han descubierto una mínima parte, desgraciadamente eran pocos los que las sabían usar, porque no había habido tiempo suficiente para adiestrar a la masa popular”.

O sea, vuelve siempre lo mismo: Ganar tiempo para obtener el poder total. El Presidente de la República declaraba respetar la ley, la Constitución y la democracia, pero todas sus declaraciones eran de inmediato contradichas por los hechos, ya que todos los compromisos fueron violados y todas las afirmaciones desmentidas posteriormente por sus actos.

Innumerables documentos de sus asesores y de los dirigentes de los Partidos Políticos que conformaban la Unidad Popular han demostrado que todo su objetivo era ganar tiempo para consolidarse en el poder y para afianzar su posición totalitaria, documentos que culminaron con la carta publicada del señor Fidel Castro, en la cual le recomendaba al señor Allende tratar con la Democracia Cristiana con el solo objetivo de ganar tiempo. El Partido Demócrata Cristiano, bajo la presidencia del señor Renán Fuentealba, que abarcó parte del año 71, el 72 y hasta después de las elecciones parlamentarias del 73, constantemente denunció este dualismo. Igual ocurrió con la actual directiva. Acompaño a este respecto algunos documentos. A este cuadro político se agregan dos hechos que han sido determinantes en el proceso chileno.

El primero, instaurado el gobierno, convergieron hacia Chile varios miles de representantes de la extrema izquierda revolucionaria de América. Llegaron elementos tupamaros del Uruguay, miembros de guerrillas o movimientos extremos del Brasil, de Bolivia, de Venezuela y de todos los países, como hay numerosos casos, por delitos graves inexcarcelables. La Embajada de Cuba se transformó en un verdadero ministerio, con un personal tan numeroso que era superior, la sola Embajada de Cuba en Chile, a todo el personal que tenía nuestro país en el Ministerio de Relaciones Exteriores el año 1970. Esto da la medida. Además de ellos, nos vimos invadidos por norcoreanos y otros representantes del mundo socialista.

Hombres conocidos en el continente por sus actividades guerrilleras eran de inmediato ocupados en Chile con cargos en la Administración, pero dedicaban su tiempo muchos de ellos al adiestramiento paramilitar e instalaban escuelas de guerrillas que incluso ocupaban parte del territorio nacional en que no podían penetrar ni siquiera representantes del Cuerpo de Carabineros o de las Fuerzas Armadas.

El segundo, fue la acelerada importación de armas. El Partido Demócrata Cristiano denunció continuamente este hecho. Hay más de cincuenta documentos publicados por el Partido y dados a conocer en el Parlamento respecto a la aseveración. Llevado de su preocupación el PDC presentó un proyecto de ley que fue aprobado y que sirvió de base para iniciar acciones que revelaron la existencia de fuertes contingentes de armas importadas.

Después del pronunciamiento del 11 de septiembre estas denuncias de la Democracia Cristiana han quedado plenamente confirmadas. Las armas hasta ahora recogidas ( y se estima que no son aún el 40 por ciento ) permitirían dotar a más de 15 regimientos y eso que una abrumadora proporción aún no ha sido descubierta. Estas armas son todas de procedencia checa o rusa, armas que jamás ha tenido el Ejército chileno. Por lo demás nadie ignora o descarta en Chile la existencia de estas armas.

Se trata de armas de todo tipo, no sólo automáticas, sino que pesadas, ametralladoras, bombas de alto poder explosivo, morteros, cañones antitanques de avanzados modelos y todo un aparato logístico de comunicaciones, de telefonía, clínicas médicas, etc., para poder concretar esta acción. Se había establecido así un verdadero ejército paralelo. Nos preguntamos, una vez más, y preguntamos a los dirigentes de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana: ¿Qué democracia puede resistir esta situación? ¿Acaso la Democracia Cristiana, sin armas y en consecuencia inerme frente a esta embestida, debía quedar silenciosa? ¿Merece el calificativo de fascista o golpista por el hecho de haber denunciado esta realidad? ¿Pretenden acaso que lo democrático era permanecer mudos, amparando la preparación desembozada de una dictadura impuesta por la fuerza de las armas?.

Es efectivo que como consecuencia de este extremismo armado de la izquierda y sin duda amparado por el gobierno, ya que se ha probado que muchos de los bultos que contenían estas armas llegaban consignados a la propia Presidencia de la República, nació inevitablemente un extremismo de derecha también armado. No nos referimos al Partido Nacional, sino a grupos extremistas de derecha, que la Democracia Cristiana nunca dejo de condenar con la misma claridad que a los de extrema izquierda. El otro elemento digno de considerarse fue la conducción económica. El mundo conoce cuál es el resultado de la gestión económica de la Unidad Popular.

Recibieron un país floreciente, en pleno desarrollo. El cobre, principal producto de exportación, había sido nacionalizado en un 51 por ciento y se había hecho una inversión ya terminada que duplicaba su capacidad de producción. Impulso decisivo existía en la agricultura, en la industria y en otras actividades mineras. El país estaba absolutamente al día en sus compromisos internacionales y había podido en los dos últimos años de la Administración anterior prescindir de créditos externos, salvo algunos destinados a la instalación de nuevas industrias básicas, celulosa, petroquímica, etc., y se había acumulado una reserva que por primera vez el país tenía ascendente a 600 millones de dólares. El único hecho negativo era que la inflación había llegado al 30 por ciento en el último año. En estas condiciones la Unidad Popular aseguró que terminaría con la inflación; que nunca más pedirían créditos externos; que aumentaría la producción, independizarían económicamente al país y mejorarían el nivel de vida de la clase trabajadora.

¿Cuál fue el resultado de su gestión?
El mundo la conoce. El total de las deudas líquidas contraídas por la DC durante sus 6 años de gobierno no llegaron a 400 millones de dólares, después de pagar todos sus compromisos internacionales y tener su crédito absolutamente limpio.

En menos de tres años el gobierno de la Unidad Popular que afirmó que no endeudaría al país según su programa, elevó esas deudas en cerca de mil millones de dólares, destinados no a inversión, sino exclusivamente a comprar alimentos para paliar su fracaso en la agricultura. Además de eso dejaron de pagar todas las deudas externas y en dos años se consumieron todas las reservas que les había legado el régimen anterior. Por eso, en vez de independencia, llegaron a la mayor dependencia conocida en Chile.

La inflación en cifras oficiales el gobierno llegó a 323 por ciento en los últimos doce meses, pero los Institutos Universitarios, teniendo consideración que prácticamente el país vivía del mercado negro, estimaban que ésta superaba al 600 por ciento. El dólar en el mercado libre se transaba al término del gobierno de la Democracia Cristiana a 20 escudos por dólar. En el mes de agosto recién pasado llegaba a los 2.500 escudos por dólar, o sea, una devaluación de más o menos el 12.000 por ciento.

Todos los índices de productividad habían bajado: Industrialmente en más de un 7 por ciento; en la agricultura cerca del 23 por ciento y en la minería aproximadamente en un 30 por ciento. Rubros tan fundamentales como el trigo bajó su producción de 14 millones de quintales término medio en los seis años anteriores, a menos de 8 millones. Muchos institutos de investigación afirman que a menos de 6 millones. La quiebra era total. Ahora cabe preguntar: ¿Era la Democracia Cristiana fascista o golpista por el hecho de haber denunciado esta política económica que llevó al país a la inflación desatada, al envilecimiento de la moneda, a la paralización productiva, al mercado negro, a la escasez y al hambre?.

Los que con tanta ligereza hablan sobre Chile deberían venir y recorrer las poblaciones periféricas, los campos y las ciudades y preguntar cómo era necesario hasta diez horas de colas para conseguir 1/4 de litro de aceite, cuando se conseguía, o un kilo de pan, cuando se conseguía, o medio kilo de azúcar, cuando se conseguía.

¿Hay alguna democracia que resista estas tasas de inflación, la escasez y el mercado negro? ¿Es fascismo y golpismo denunciarlo? ¿Acaso el deber de un partido político es silenciar estos hechos? Ellos eran democráticos cuando atacaban sin tregua un gobierno DC que jamás cometió errores. En cambio la Democracia Cristiana, ¿era fascista por el sólo hecho de defender el derecho a vivir dentro de nuestra Patria y antidemocrática porque no se hacia cómplice del descalabro, de la corrupción, de la inmoralidad y del desastre comprobado por quien quisiera venir al país y constatar lo que sucedía?.

Sin embargo con la misma falsedad con que en el exterior se decía que el ensayo político era una vía legal hacia el socialismo, se daban pretextos para justificar este fracaso, que repetían algunos diarios de renombre universal. Estos fueron los argumentos principales que se esgrimieron para justificar el fracaso.

El primero, que las compañías norteamericanas expulsadas del país estaban dificultando las ventas del cobre. Efectivamente una compañía cometió la torpeza de iniciar un juicio de embargo respecto a una partida de cobre, que la Democracia Cristiana por supuesto condenó. Pero es necesario ver la realidad. El embargo afectó una partida de cobre cuyo valor era de dos millones de dólares en una venta anual de 600 millones de dólares o más. Por otra parte, el embargo no se llevó a efecto porque los Tribunales franceses no acogieron la demanda de la compañía. ¿Puede decirse que ésta es la razón para explicar el fracaso?.

La segunda es el bloqueo económico, cuyas características no se precisaron y que sólo podría traducirse en imposibilidad de vender productos, lo que nunca ocurrió o la imposibilidad de obtener créditos, lo que tampoco ocurrió, pues con cifras dadas por el propio gobierno anterior ante el Club de París, el Fondo Monetario y otros organismos se prueba que el gobierno de la Unidad Popular dispuso de más créditos y endeudó al país más que ningún otro en la historia de Chile en tan breve plazo.

El otro argumento es que éste era el costo de la revolución y del avance social. Esto habría sido verdadero si hubieran recibido un país estagnado. No es así. Recibieron un país en pleno proceso de transformación social y en plena marcha las reformas tributarias, educacional, agraria, la nacionalización de las riquezas básicas, al igual que activos planes de salud, construcción de escuelas y viviendas.

La Unidad Popular, con el voto unánime del Congreso, nacionalizó el 49 por ciento del cobre, ya que el 51 había sido nacionalizado en el gobierno de la Democracia Cristiana. Inició un acelerado proceso de estatización de industrias. La Democracia Cristiana no estuvo en contra de este proceso, sólo exigió que se hiciera dentro de la ley, fijando los límites del área social y privada. Nada de eso se obtuvo, pues se siguió el proceso saltándose la ley y muchas veces con atropellos, asaltos y violencia.

Pero la más grave fue el tremendo fracaso del área estatizada. Se dijo que el gobierno financiaría el desarrollo económico con las utilidades de las empresas cuyo control tomaría el Estado. El año 1973 estas empresas perdieron más de 150 mil millones de escudos. Si se considera que el presupuesto nacional era una cifra equivalente, se medirá la magnitud del fracaso. Es también efectivo que aceleraron al extremo la reforma agraria iniciada por la Democracia Cristiana, pero quisieron convertir toda la agricultura en haciendas estatales colectivas, lo que fue resistido por el campesinado. Se eliminó a los técnicos, se desorganizó toda la infraestructura, y en vez de respetar la ley, se asaltaron las propiedades y las ocuparon con gente que muchas veces no eran campesinos. Estas fueron, entre otras, las causas del fracaso agrícola. Ostensiblemente disminuyó la construcción de viviendas y de escuelas. Basta decir que en tres años no se construyeron ni 300 escuelas, mientras el gobierno de la DC construyó 3.600. Estos son hechos. Un último aspecto que creemos necesario destacar, ya que no podemos referirnos a todo, lo constituye el clima de odio y violencia que reinaba en el país. Toda crítica, toda observación, era contestada con las injurias más violentas para quienes tenían la audacia de señalar los errores. El Partido Socialista y el Partido Comunista crearon organizaciones armadas. Los Socialistas la llamaron “Elmo Catalán” y los Comunistas constituyeron la tristemente célebre brigada “Ramona Parra”. Se constituyeron, asimismo, los llamados “cordones industriales”, que rodeaban las ciudades en forma estratégica; y como consecuencia de la escasez, se organizó el racionamiento sobre la base de organismos políticos que empadronaron a los habitantes para ejercer el control sobre la vida de la población.

Como consecuencia de todo esto murieron cerca de cien personas y hubo innumerables heridos. Así murió el ex Vicepresidente de la República y uno de los fundadores del PDC, don Edmundo Pérez Zujovic, vilmente asesinado al salir de su casa por los miembros de una organización extremista. Los tres asesinos habían sido detenidos al final del gobierno de la Democracia Cristiana por haber perpetrado asaltos a mano armada y condenados por los Tribunales de Justicia a varios años de prisión.

El primer acto del gobierno de la Unidad Popular fue dejar en libertad a estos detenidos por actos ilegales y entre ellos los tres que causaron la muerte de ese dirigente democratacristiano. Al indultarlos, el Presidente Allende justificó su acto llamándolos “jóvenes idealistas”.

También murieron víctimas de esta violencia varios dirigentes juveniles de la DC y quedaron centenares de heridos.

Cuando los obreros del cobre en huelga buscaron refugio en el local central del Partido fueron atacados y hubo que instalar una posta de auxilios que en el día atendió, según información oficial del PDC, a más de 700 personas con heridas de toda especie, entre ellas 120 de carácter grave. Ese día el presidente Aylwin y otros dirigentes, entre ellos yo mismo, estábamos en el local del Partido y pudimos ser testigos de lo que ocurría.

Estas son las razones por las cuales el Partido Demócrata Cristiano estuvo en la oposición, oposición que progresivamente se hizo más dura por efecto de los abusos cada vez más graves que se cometían.

La posición del PDC en esta materia es intachable. Pasando por encima de su interés político inmediato nunca rehuyó buscar soluciones para el país. Esto es tan claro que incluso se criticó acerbamente al partido por aceptar el diálogo.

Cada vez que el Presidente de la República deseó conversar con la directiva, a pesar de las reiteradas veces que ésta fue engañada, no se negó a hacerlo para que no se quebrara el régimen democrático. De eso hay constancia en las declaraciones de los presidentes del Partido, señores Renán Fuentealba y Patricio Aylwin.

Cuando el conjunto de los obispos chilenos hizo un llamado para salvar la paz y evitar el conflicto y pidió un diálogo entre los hombres de buena voluntad, el Presidente del PDC aceptó hacerlo y planteó públicamente algunas bases para ello, que en último término significaban como condición básica volver al respeto de la Constitución y la ley. Todo esto que afirmo está en documentos públicos aparecidos en la prensa y difundidos por la radio y la TV. El Presidente de la República aceptó en principio nuestro planteamiento, para después rechazarlo. A fines de agosto, a pesar de que estas conversaciones terminaron por la imposibilidad total de que el Gobierno aceptara los planteamientos del Partido – que eran extremadamente moderados, vistas las circunstancias - nuevamente hubo una reunión en la cual el Presidente de la República, como lo ha dejado establecido el señor Aylwin, no presentó una sola base de entendimiento, afirmación nunca rebatida.

La directiva del Partido llegó a la convicción de que exclusivamente se estaba ganando tiempo para preparar el control total del poder por parte de la Unidad Popular y acelerar su aparato paramilitar y el reparto de armas.

Nadie puede, pues, decir que la Democracia Cristiana no agotó los procedimientos para llegar a un acuerdo. Jamás se le hizo una proposición seria. Nunca el Presidente ofreció una fórmula de gobierno. Al revés, señaló que sería imposible el ingreso de la DC al Gabinete por la oposición socialista y de los partidos integrantes de la Unidad Popular.

Las Fuerzas Armadas, llamadas por la propia UP, aceptaron por tres veces en estos años integrar gabinetes ministeriales. Los partidos de la Unidad Popular, después de hacer profesión durante 40 años de antagonismo hacia las instituciones armadas, fueron precisamente los que trataron de mezclarlas en política, a pesar de su reiterada voluntad de no aceptar. Su presencia no logró modificar las líneas de acción gubernativa para evitar la catástrofe que se advertía venir.

Pocos días antes del 11 de septiembre, advirtiendo la directiva de la DC la gravedad de la situación convocó a los jefes provinciales del Partido de todo el país, quienes por unanimidad recomendaron como supremo arbitrio que los senadores y diputados de la DC presentaran las renuncias a sus cargos sobre la base de que el gobierno llamara a un plebiscito y se sometiera a sus consecuencias para buscar así una salida democrática al poder. Esto fue aceptado por la directiva y los parlamentarios, que hicieron pública su decisión de renunciar. La proposición de un plebiscito fue siempre rechazada, pues si obtuvieron el 43 por ciento en marzo del 73, después la situación se degradó con gran rapidez, en especial porque se hizo ya perceptible el caos económico y político.

Yo pregunto: ¿Puede un Partido hacer mayor esfuerzo y un mayor sacrificio, siendo mayoritario en ambas ramas del Congreso en una elección reciente en que tuvo que soportar el embate y la violencia del gobierno, que ofrecer pública y responsablemente la renuncia de sus parlamentarios con el fin de buscar una salida democrática para el país?. Esta es la realidad. Por eso la Democracia Cristiana chilena puede decir ante el mundo que una vez más dio un ejemplo de honradez democrática y de lealtad con sus principios. Un análisis objetivo de los hechos revela que la razón fundamental de que esta vieja democracia haya sufrido este embate fue el gobierno de la Unidad Popular, porque llevó al país a una situación que ninguno puede resistir y aún es admirable la solidez de la democracia chilena que resistió tanto.

Surge de todo esto una reflexión básica. ¿Por qué lo ocurrido en Chile ha producido un impacto tan desproporcionado a la importancia del país, su población, ubicación y fuerza? ¿Por qué la reacción de la Unión Soviética ha sido de tal manera violenta y extremada? ¿Por qué el comunismo mundial ha lanzado esta campaña para juzgar lo ocurrido en Chile y para atacar a la Democracia Cristiana?. La razón es muy clara. Su caída ha significado un golpe grave para el comunismo en el mundo. La combinación de Cuba con Chile, con sus 4.500 kms. de costa en el Pacífico y con su influencia intelectual y política en América Latina era un paso decisivo en el control de este hemisferio. Por eso su reacción ha sido tan violenta y desproporcionada. Este país les servía de base de operación para todo el continente. Pero no es sólo esto. Esta gigantesca campaña publicitaria tiende a esconder un hecho básico: El fracaso de una política que habían presentado como modelo en el mundo. ¿Cómo explicar que esta experiencia que mostraban como camino a otros partidos democráticos y al socialismo europeo haya conducido a un país organizado y libre a tan terrible catástrofe económica y política, haya producido tal desesperación en las Fuerzas Armadas y en el pueblo chileno - pues éstas jamás podrían haber actuado sin la aquiescencia de la mayoría - hayan quebrado una tradición tan larga y tan honrosa que constituía nuestro orgullo?. Toneladas de propaganda no borrarán un hecho: Llevaron a un país de ejemplar vida democrática al fracaso económico y al derrumbe de sus instituciones. Su esquema doctrinario y práctico era erróneo y su conducción desastrosa. Tres días antes del 11 de septiembre, el Presidente de la República dijo al país: “Nos queda harina para tres días”. Se acababa hasta el pan. No había sucedido jamás. Eso es lo que no se quiere analizar. Mejor dicho, se quiere ocultar. Los socialistas europeos, democráticos y pluralistas, se sienten obligados a respaldar un partido que proclamaba su desprecio a la legalidad y como objetivo la revolución armada y violenta. Si no se quieren ver los hechos ni los documentos, al menos podrían leer con atención las críticas que formulara a este partido por su extremismo el propio Partido Comunista, que varias veces lo llamó a la cordura. El otro hecho que la Democracia Cristiana debe analizar es el problema de las comunicaciones. No hay ninguna duda de que el caso chileno es un buen ejemplo de cómo un intenso aparataje de propaganda es capaz de presentar las mayores falsedades y convertirlas en realidad. Ya eso venía ocurriendo desde el comienzo del régimen, que como otros similares, no se limitaba en cuanto a gastos de propaganda.

Pero lo ocurrido después del 11 de septiembre es algo inverosímil para los chilenos. Fueron miles los que escucharon decir a la Radio de Moscú que habían muerto 700 mil personas, en dos días. Otros hablaban de 30.000 y que corrían ríos de sangre en Santiago. Para nosotros una sola vida humana no tiene precio. No decimos esto por disminuir la tragedia a que el país fue llevado, pero según nuestras informaciones, los muertos no llegarían a dos mil, lo que es bien diferente a tan burdas mentiras.

Entre las miles de falsedades que se propalaron: Murieron 35 parlamentarios. Falso. Ninguno. Fue asesinado Neruda. Falso y ridículo. Todos los órganos de publicidad le rindieron homenaje como a nadie en muchos años y en el edificio del Congreso Nacional la bandera se izó a media hasta en señal de duelo.

Se destruyó el Hospital Barros Luco, el mayor de Chile. No hay un solo hospital destruido ni dañado en la más mínima parte. En el Hospital Barros Luco no hay ni un vidrio quebrado .A qué seguir. Son cientos de ejemplos.

No ha faltado un programa de televisión en Europa que presentó como señales de bombardeo vistas del anterior terremoto.

Pedimos una sola cosa: Vengan a ver lo que decimos. Tenemos derecho a pedirlo a nuestros amigos. Así lo hizo el señor Bruno Heck, dirigente de la DCU, quien pudo comprobar la verdad.

Que vengan a ver si hay alguna casa bombardeada en alguna población. En todo Chile sólo dos, por desgracia: La Moneda y la casa residencial de los Presidentes, adquirida en el gobierno de la Unidad Popular.

Que vengan a ver si hay una industria o centro minero donde haya caído una sola bomba. Nosotros no somos parte del actual gobierno. No defenderemos los errores que se cometan, inevitables algunos, en una situación tan terriblemente difícil.

Pero tampoco podemos aceptar que la mentira se transforme en un sistema, mientras se ocultan las causas de una situación para encubrir la responsabilidad de quienes arruinaron y destruyeron la democracia chilena.

¿Cómo se explica que quienes invadieron Hungría y Checoslovaquia, que ahora mismo silencian o procesan a científicos, poetas y escritores, que no admiten ninguna crítica, ni la sombra de una libertad de información, pretendan dar lección de democracia a Chile y a este Partido?. Además de escandaloso, es ridículo. Alaban y mantienen relaciones con Cuba, con miles de muertos, y después de 12 años, aún con miles de presos políticos. ¡No son ellos los que pueden enseñarnos a los democratacristianos y a Chile lo que es la democracia!

Y lo que es aún peor. Sectores, es cierto minoritarios, en la propia Democracia Cristiana o en el mundo democrático, se dejan influenciar por esta propaganda o bien le hacen eco para ganar posiciones políticas y recibir el título de “izquierdistas”. Pobre destino el de esos grupos: Serán utilizados, primero, o servirán de puente para debilitar a nuestros partidos.

La posición popular, de avanzada y de justicia que sustenta la Democracia Cristiana es tan sólida que no puede admitir este verdadero “chantage” político. Y nadie puede darnos lecciones de amor a la libertad y la democracia. Somos realmente pluralistas y estamos dispuestos a concertar acciones con otras fuerzas políticas, pero no podemos hacerlo bajo un signo de permanente debilidad o sometimiento.

Cada partido en esto es soberano. Somos los primeros en respetar sus decisiones y comprender que es imposible juzgar desde fuera los condicionamientos de cada situación. Creemos, sí, que para poder formular una opinión, lo primero que debe existir es respeto y solidaridad y la confianza necesaria en el testimonio de quienes han estado vinculados durante una vida por comunes ideales y la evidencia de haberlos servido con inquebrantable lealtad.

En esto sin duda el comunismo mundial nos da una permanente lección. Señor Presidente, éste es a nuestro juicio el proceso de lo ocurrido en Chile. Naturalmente surge ahora la gran interrogante de cuál es el porvenir. A este respecto, es la directiva oficial del partido la que dará una opinión autorizada.

Sin embargo, no puedo dejar de dar la mía propia, que he confrontado con un gran número de democratacristianos. A mi entender, Chile afronta un período en extremo difícil y duro. Yo diría tal vez el más difícil de la historia. El desastre económico no se conocía en su verdadera magnitud. Reorganizar desde sus bases todo el aparato productivo, hacer renacer la agricultura, renovar la maquinaria, detener la hiperinflación, etc., será una tarea que exigirá enormes sacrificios.

Por otra parte, más de la mitad de las armas no se encuentran aún, hecho cuya trascendencia es fácil de apreciar.

Desde luego nuestro partido no integra el gobierno, como ya lo he dicho. El gobierno está formado enteramente por las Fuerzas Armadas y era difícil, por no decir imposible, que así no fuera.

Todos los chilenos, o al menos la inmensa mayoría, estamos vitalmente interesados en que se restablezca rápidamente la democracia en Chile. Y para esto es necesario que el país salga del caos y, en consecuencia, que el gobierno actual tenga éxito. Las Fuerzas Armadas - estamos convencidos - no actuaron por ambición. Más aún, se resistieron largamente a hacerlo. Su fracaso ahora sería el fracaso del país y nos precipitaría en un callejón sin salida. Por eso los chilenos, en su inmensa mayoría, más allá de toda consideración partidista, quieren ayudar, porque creen que ésta es la condición para que se restablezca la paz y la libertad en Chile. Cuanto más pronto se destierre el odio y se recupere económicamente el país, más rápida será la salida.

La Democracia Cristiana está haciendo, a mi juicio, lo que está en su mano en esta perspectiva, sin renunciar a ninguno de sus valores y principios, siendo en este instante sus objetivos más fundamentales:

- Pleno respecto a los derechos humanos - Pleno respeto a las legítimas conquistas de los trabajadores y campesinos. - Vuelta a la plenitud democrática.

Sabemos que esto no es fácil. La situación entera no es fácil. Y por eso mismo debemos actuar con la mayor responsabilidad.

Señor Presidente: Excúseme usted lo extenso de esta comunicación, pero ello se justifica por la importancia del problema que trata y por la forma como se ha distorsionado la verdad.

Por desgracia, los innumerables documentos y actuaciones de la Democracia Cristiana durante estos tres años no fueron dados a conocer en Europa. Esto justifica la extensión de mi carta.

Quiero terminar diciéndole en esta ocación que recuerdo dos hechos de mi viaje a Europa de 1971. En esa oportunidad un gobernante europeo me dijo que nuestro país estaba perdido y agregó textualmente: “Cuando el comunismo agarra, nunca suelta”. Poco después un alto representante de la Democracia Cristiana en el gobierno de su país manifestó que el caso chileno era un caso perdido.

A ambos les dije que estaban equivocados, porque si bien Chile quería un avanzado proceso de transformación social, jamás aceptaría un régimen totalitario. Los dos me miraron con esa benevolencia con la que se trata a un visitante ingenuo.

Con la misma seguridad con que afirmé en ese entonces que Chile saldría adelante, puedo afirmar hoy que, a pesar de lo duro y doloroso que pueda ser el esfuerzo, nuestro país se levantará y volverá a dar una lección de democracia y de libertad. Y en esa tarea está empeñado este país, y la Democracia Cristiana una vez más desempeñará un papel conforme a lo que ha sido su historia y es su porvenir. Saluda con la mayor atención al señor Presidente.

24 diciembre 2006

La clase política chilena


A raíz del escándalo de Chiledeportes he visto como los políticos de gobierno y de oposición pelean entre ellos. Al ver las intervenciones de unos y otros en la televisión recordaba el clima de confrontación pre 11 de septiembre de 1973, claro que sin desabastecimiento ni tomas como en esa época, y también recordaba el clima de tranquilidad vivido a fines del año 2002 cuando el ex ministro Cruz declaró que él, mientras estuvo en el Ministerio de Obras Públicas, recibió todos los meses un sobre con billetes. Tanto fue la tranquilidad, como que el señor Longueira y el señor Lagos sacaron una Ley en menos de 48 horas que arregló definitivamente el problema. ¿Cuál es la diferencia entre lo sucedido a fines del 2002 y ahora? Me pregunté.
No tuve que pensar mucho: claro, a fines del 2002 los señores políticos, que no son nada de tontos, se dieron cuenta que esa era “la oportunidad” para subirse los sueldos TODOS: Presidente, Ministros, Subsecretarios… y PARLAMENTARIOS de gobierno y oposición, porque se dieron cuenta que la Constitución Política de la República, lamentablemente, establece como única renta para los senadores y diputados una dieta equivalente a la remuneración de un Ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a éstos correspondan, qué lastima, deben haber pensado, pero nos sacrificaremos en bien de la nación. Por eso no pelearon en esa oportunidad y arreglaron el “subterfugio” de los sobresueldos, como los llama Aylwin, en 48 horas.
Ahora, la situación es diferente, los señores políticos no pueden arreglarse más los sueldos ¿por qué no? Sería como mucho y quizás el pueblo, a quienes dicen representar se les sublevaría. Un señor parlamentario actualmente tiene una renta total de alrededor de $9.000.000 mensuales.
Los parlamentarios chilenos son los mejor pagados de América Latina y su renta es 44 veces la del sueldo mínimo establecido por ellos para los trabajadores de nuestra Patria.
Estimado amigo. Y tú ¿qué opinas de la corrupción y de nuestra clase política?

15 diciembre 2006

Ha muerto un gigante


Este artículo fue publicado en el editorial de un diario de la república de El Salvador luego de la muerte del general Pinochet. Es tan claro y bonito lo que dice que vale la pena compartirlo.

Ha muerto un Gigante



Por Hermann W. Bruch



Augusto Pinochet Ugarte ha muerto. El mundo entero tendrá que estremecerse. Pocos líderes han logrado captar la atención de tantos millones de personas alrededor del planeta de la manera que este militar chileno lo hizo. Sé que a muchos les causó mucha molestia. También sé que a muchos les causó tranquilidad. El mundo se mueve de manera que algunos entendemos y otros sólo presenciamos.



¿Quién fue Augusto Pinochet? La historia se escribirá de muchas formas. Las más notorias hablarán de un hombre sin escrúpulos que sólo quiso someter a un pueblo haciendo uso de la fuerza bruta. Esto porque la izquierda ha logrado tomar control de las comunicaciones a nivel mundial. Otras, menos vociferantes, pero más analíticas y sensatas, hablarán de un personaje que logró aglutinar a una gran parte de su país en torno a corregir el rumbo mal tomado por fuerzas políticas desquiciadas que pretendían llevar a un gran país hacia un derrotero equivocado, tenebroso y malévolo.



No soy quien deba calificar a unos y a otros excepto porque me acompaña la seguridad de haber mantenido una observancia bastante objetiva del acontecer chileno mientras tuve la oportunidad de vivir en ese gran país. Lo digo así, con certeza y con la frente en alto. Un país que merece que lo veamos con respeto, tal y como el país se respeta a sí mismo. Un país que desde hace mucho tiempo, desde su orígenes, se distinguió del resto de países latinoamericanos, quién sabe por qué. No soy experto en antropología ni en sociología. No quiero serlo. Sólo sé que Chile fue diferente desde el inicio de la conquista. Quizá se deba a que sus aborígenes eran unos indios indomables, amantes de la libertad en su más preciado sentido.



La historia se escribe de muchas maneras y desde diferentes ángulos. Eso lo sabemos todos, o al menos algunos. También lo comprendemos todos o al menos algunos. No quiero hacer referencia a perspectivas ni a posturas ideológicas. Mi análisis tiene una intención mucho más pragmática y mucho menos emocional. Pinochet lideró una reacción a un intento de asalto a un país que no quería ser asaltado. Un país que se resistía desde todos los aspectos imaginables a ser asaltado por unos bandoleros ideológicos que perseguían objetivos que nada tenían que ver con la idiosincrasia chilena. Pinochet fue un mapuche. Pinochet no permitió que llegaran conquistadores ideológicos a instalarse en su país como lo pretendieron quinientos años atrás hacer unos facinerosos e inescrupulosos españoles.



Hay que conocer la historia de ese pueblo para entender lo que sucedió en los años setenta y ochenta. No es fácil para nosotros los salvadoreños acostumbrados a permitir que cualquier pirata mercader llegue a nuestras tierras a imponer su voluntad. En estos paralelos los españoles lograron intercambiar espejitos por el oro. Pero en Chile la cosa fue diferente. Primero porque los indígenas mapuches no cultivaban el oro. No tenían aspiraciones voraces. Eran seres libres. Libres de solemnidad. Libres de prejuicios. Y eso hizo que la gesta de Pedro de Valdivia se convirtiera en algo totalmente diferente al resto de países conquistados por la corona española. El mismo Pedro de Valdivia era una clase diferente de conquistador.



El mestizaje chileno es un mestizaje diferente el peruano y al mejicano por no mencionar al centroamericano. Y de ese mestizaje surge una casta diferente de gente. Gente que aspira a superarse por la vía del aprendizaje, de la educación, del aprecio a su cultura. No es un dato desconocido para mucha gente el hecho de que los chilenos, al igual que lo cubanos, tenían desde siempre las tazas más bajas de analfabetismo de todo el continente incluyendo los Estados Unidos. De ahí que sus fuerzas armadas eran también algo diferente. No tenían la vocación golpista del sus congéneres latinoamericanos. Y eran y son muy disciplinados.



Pinochet y su régimen tienen un origen democrático y esto, aunque le duela a muchos, es una verdad que nadie puede negar. La democracia cristiana, que no logró operativizar una verdadera democracia mientras ostentó el poder en Chile, al ver que su país se precipitaba hacia un abismo político y social, no tuvo reparos para llamar a las fuerzas armadas de su país para que restauraran el orden constitucional e institucional ante la amenaza comunista internacional. Y fue así, que bajo la presión política y ciudadana, las disciplinadas fuerzas armadas chilenas no tuvieron más remedio que intervenir.



De allí en adelante la historia cambió y todos sabemos de una forma u otra algo acerca de Chile, un país que logra romper las cadenas de la estupidez para adelantarse al resto de sus mal llamados congéneres latinoamericanos en el camino hacia la modernidad, el progreso y el desarrollo. Nadie se atrevería a contradecir esta realidad.


Por supuesto que en el camino, se olvidan algunas cosas y se prostituyen los análisis. La política no permite otra cosa diferente. Pero yo no estoy escribiendo como político sino como un simple observador de realidades. Observador y admirador. Augusto Pinochet Ugarte ha muerto, pero su legado es indiscutible. Latinoamérica le debe un homenaje a este personaje que sin pretender ser un intelectual, ni un filósofo, fue un militar disciplinado amante de su país y comprometido con su llamado a ser el gestor del cambio más importante en el rumbo de la historia latinoamericana contemporánea. De paso considero que fue un estadista sin precedentes.



Gracias don Augusto Pinochet Ugarte. Que descanse en paz.

14 diciembre 2006

Entrevista de Frei Montalva al diario ABC de Madrid

Con la muerte del general Pinochet se cierra un período importante de nuestra historia. Para poder argumentar con conocimiento de causa paso a recordar lo siguiente:

La entrevista de Frei en el ABC
10 de octubre de 1973

(Entrevista al ex Presidente Eduardo Frei Montalva, realizada por el periodista Luis Calvo, publicada en el diario español ABC el 10 de octubre de 1973)


La gente no se imagina, en Europa, que este país está destruido. No saben lo que ha pasado. Los medios informativos, o callaron lo que estaba ocurriendo desde 1970, en que Salvador Allende, rompiendo todas sus promesas, y alejándose de la legalidad, inicia una obra de destrucción sistemática de la nación, o dieron noticias falsas al mundo, porque eran, acaso, sin saberlo, cómplices de esta enorme falsedad: que se estaba haciendo un raro experimento político, consistente en la implantación del marxismo por métodos legales, constitucionales, civilizados. Y eso no ha sido verdad, ni es verdad. Y el mundo entero ha contribuido a la destrucción de este país, que hoy no tiene más salida salvadora que el gobierno de los militares.

El marxismo, con conocimiento y aprobación de Salvador Allende, había introducido en Chile innumerables arsenales, que se guardaban en viviendas, oficinas, fábricas, almacenes. El mundo no sabe que el marxismo chileno disponía de un armamento superior en número y calidad al del Ejército; un armamento para más de treinta mil hombres, y el Ejército chileno no pasa normalmente de esa cifra. Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros, cuyas vidas no son ciertamente tan importantes como la de Chile, pero que son vidas humanas, y muchas, y todas amenazadas perentoriamente. Y no puedo decir que estemos aún a salvo, porque --ya lo ve usted día tras día-- las Fuerzas Armadas siguen descubriendo reductos y arsenales. La guerra civil estaba perfectamente preparada por los marxistas. Y esto es lo que el mundo desconoce o no quiere conocer.

Los militares fueron llamados, y cumplieron una obligación legal, porque el Poder Legislativo y el Judicial, el Congreso y la Corte Suprema habían denunciado públicamente que la presidencia y su régimen quebrantaban la Constitución, los acuerdos votados en el Parlamento y las sentencias dictadas por jueces absolutamente extraños a la política.

Allende vino a instaurar el comunismo por medios violentos, no democráticos, y cuando la democracia, engañada, percibió la magnitud de la trampa, ya era tarde. Ya estaban armadas las masas de guerrilleros y bien preparado el exterminio de los jefes del Ejército. Allende era un político hábil y celaba la trampa. Pero --ya sabe usted-- no se puede engañar todo el tiempo a todo el mundo. Las armas requisadas en virtud de la ley Carmona demostraron que la guerra civil se preparaba desde la presidencia de la República. Arrogantemente encarado con todos los poderes constitucionales, el presidente tuvo que reconocer su "inconstitucionalidad" propia. El país recibía armas para el "ejército paralelo" y eran armas rusas.

¿Por qué se ha mentido en el mundo? ¿Por qué en Europa, donde no conocían a Salvador Allende ni estaban al tanto de nuestros dramas --que son muchos dramas--, se idealiza a un hombre tan frívolo, más frívolo políticamente que moralmente, como Allende? Yo sé que Allende era inteligente, orador fácil y superficial, simpático de trato, chistoso, político del verbo politiquear. Pero Allende ni era un ideólogo ni era un estadista. Buscaba el modo de seguir en la cima del Poder, y también ocurrió que el Poder lo deslumbró, e hinchó su congénita arrogancia, y tuvo que pactar con sus enemigos políticos, es decir, los compañeros marxistas, y quizás rendirse a ellos, y quiso pactar, pero no tuvo éxito alguno, con nosotros, con la Iglesia y con las Fuerzas Armadas.

Cuando un Gobierno se niega a cumplir las leyes sociales, desatiende las advertencias del Colegio de Abogados, insulta y desobedece al Tribunal Supremo, menosprecia la inmensa mayoría del Congreso, provoca el caos económico, detiene y mata a los obreros que se declaran en huelga, arrolla las libertades individuales y políticas, "desabastece" el mercado para entregar los productos alimenticios y de toda clase a los monopolizadores marxistas del mercado negro; cuando un Gobierno procede así, cuando se producen en un país condiciones que no se han producido nunca como en Chile tan claras y abundantes en la Historia del mundo, el derecho a la rebelión se convierte en deber. Es un derecho jurídico proclamado por todos los tratadistas e historiadores, como el padre Mariana en España.

El programa de los marxistas era inexorable: la conquista de todo el Poder para ellos, poniéndose fuera de la ley, porque se consideraban los autores únicos de una nueva ley de una nueva constitución. Y eran realmente la minoría. Todos ellos, toda la unidad popular, sumaban un 34 por 100 de los votos. Las críticas a la democracia cristiana vienen de este hecho: que nosotros agotamos todos los medios para lograr una rectificación de la política de la Unidad Popular. Queríamos que se volviera a la legitimidad. Encontramos dilaciones, ausencia de franqueza y nunca pudimos llegar a resultados concretos y positivos. En estas condiciones, la Democracia Cristiana ofreció la renuncia de todos, absolutamente todos, sus parlamentarios para que se procediera a una consulta popular o plebiscito que evitara a Chile la tragedia de la guerra civil que vislumbrábamos en el horizonte. Todo lo que le digo, todo, es historia veraz de Chile, y hay documentos sobrados que lo demuestran.

La Unidad Popular seguía conscientemente una política que condujera al caos y a la locura colectiva. Segundo, que las fuerzas militares han salvado realmente al país de su total aniquilamiento. Tercero, que la Democracia Cristiana no deseaba esto, naturalmente. Usted no desea operarse de un cáncer, pero llega un momento en que usted tiene que operarse el cáncer. Nuestros cirujanos son las Fuerzas Armadas, y el pueblo solicitó su intervención insistente, estruendosa y heroicamente.

Todo estaba estatizado, los bancos, las industrias, las minas, la agricultura, y pensaban estatizar los quioscos de periódicos para impedir que circularan aquellos "no marxistas". El comercio era suyo. Al tiempo que se creaba un ejército clandestino y paralelo se metodizaba el mercado negro, en poder de la burocracia marxista y de los obreros.

La gente de Europa no se imagina lo que era esto. Viven ofuscados por la gran mentira del experimento de la democracia hacia el comunismo. Pero si eso no es posible. Es una contradicción en los términos, una antinomia. Si Allende, que no era ideólogo, pero sí maniobrero, sabía que no era posible, y por eso utilizaba, para engañarnos, "la muñeca". Es alarmante que en Europa no se enteren. Este país está destruido. Necesita que se fijen en él. Necesitamos que prevalezca la verdad con documentos irrebatibles, con la divulgación de hechos vergonzosos. Este país está destruido hoy, hoy.

NOTA DEL AUTOR
Una vez publicada esta entrevista, Frei realizó una declaración pública en que reconoció haber hablado con el periodista Luis Calvo del ABC, pero en la que señaló que la entrevista no reflejó exactamente sus palabras, sin aclarar cuáles fueron esas imprecisiones. Más tarde, en una carta a Bernardo Leighton del 22 de mayo de 1975, Frei se refiere específicamente a que no hizo la durísima descripción de Allende que se le atribuye en esa entrevista (y que por eso no reproduzco en el texto de este ensayo). En su respuesta del 21 de junio de 1975, Leighton le acepta esa retracción sobre Allende, pero le dice que "en el resto la entrevista corresponde sustancialmente a lo que yo mismo te oí sostener en Santiago, antes y después del golpe militar" (la primera carta fue publicada en El Mercurio del 14 de junio de 1998 y la segunda en la edición del 21 de junio de 1998).

Poder y dolor - Gonzalo Rojas Sánchez

Estimados amigos, dense el tiempo para leer y reflexionar sobre este excelente artículo del historiador don Gonzalo Rojas S.

" Desde el Once de septiembre de 1973 y hasta ayer día 10 de diciembre de 2006, se han contado 33 años y pocos días. El período muestra la misteriosa paridad de dos porciones de dieciséis años y medio cada una. Augusto Pinochet Ugarte sirvió a su país la primera mitad de ese tercio de siglo desde el poder; y la otra mitad, lo sirvió desde el dolor.
A nadie se le ha dado privilegio igual en la Historia de Chile; nadie ha podido en nuestra Patria irse de este mundo a encontrarse con el juicio de Dios con ambas manos, la de las realizaciones y la de la purificación, tan llenas de logros.
Augusto Pinochet fue el Presidente del siglo XX. Asumió el poder sin buscarlo y en las peores condiciones posibles, lo ejerció en las más difíciles circunstancias, lo conservó contra toda amenaza para darle seguridad a Chile y lo entregó oportunamente, en perfecto cumplimiento de sus propias promesas.
El Presidente Pinochet, de la mano de las Fuerzas Armadas y con el apoyo leal de sus colaboradores civiles, ganó una guerra y evitó dos. Le ganó a Brehznev, a Castro y a Guevara (muerto y todo, cuánto influía y cuánto sigue pesando con su odio) al MIR, al PC y al PS, a todos juntos. Le ganó a la inflación, a la miseria, al estatismo, a la mortalidad infantil, a la inseguridad en las calles y en el trabajo. Y, con la misma prudencia, evitó dos veces que naciones hermanas perfectamente conscientes de la precariedad de nuestra situación interna aprovecharan esos momentos para mutilarnos.
Pero, ah los derechos humanos. Ya está bien de retórica repetitiva: hablemos claro y fuerte sobre el tema, definamos posiciones a fondo. ¿Ha habido alguien que los haya defendido más extensamente y con más provecho en la Historia de Chile? ¿Ha existido otro Presidente que pueda decir que ganó una guerra terrible con menos de 3 mil muertos y evitó otras dos, que pudieron costar cientos de miles? ¿Los 16 millones de chilenos que hemos podido vivir sin el marxismo de 40 años que nos esperaba, seremos algún día conscientes de que era imposible darnos esa libertad sin ganar una guerra? ¿Y los miles y miles de nacidos que lograron sobrevivir gracias al agua potable y al alcantarillado, a la protección de la maternidad y a la correcta nutrición? ¿Esos, no son acaso humanos que han podido ejercer su derecho fundamental a la vida gracias a Pinochet?
Búlgaros, húngaros, camboyanos, rusos, polacos, alemanes orientales, cubanos, angoleños, vietnamitas, norcoreanos, chinos, albanos, rumanos, checos, ukranianos, eslovacos, yugoeslavos, lituanos, estonios, letones, mozambicanos, pueblos todos de la periferia de la URSS y tantas otras naciones subyugadas por el marxismo: Cuánto anhelasteis, quizás sin saber que existía, por alguien como Augusto Pinochet Ugarte.
La otra mano, la que se ha ido llena de la purificación por el dolor, ha tenido que ser aún más fuerte. Nadie ha recibido más odio en el mundo entero durante 33 años que Augusto Pinochet, en especial en los últimos 16 y medio, porque quien odia teme al poder y se goza en la debilidad de su víctima. Pero todo lo que ese odio ha cargado mortalmente en el corazón de quienes lo han usado, es polvo de oro en la mano que lo recoge con mansedumbre.
Y así vivió el Presidente Pinochet esta segunda mitad de su servicio a Chile: consciente siempre de que el dolor era purificación de sus faltas y un nuevo y misterioso aporte a la Patria. Acosado y siempre sereno; perseguido y siempre tranquilo; nunca humillado, nunca denigrado, siempre enaltecido en su dolor.
Que ese sufrimiento hoy trasladado a su familia, a sus colaboradores y a millones de admiradores en Chile y en el mundo entero, se convierta ahora en músculo y cerebro de nuevos servicios a la Patria y a sus gentes. Sin odio, con mansedumbre y generosidad. Es un compromiso de honor para decir también con nuestras vidas: misión cumplida, como la suya Presidente.
Augusto Pinochet Ugarte, Presidente de Chile, Comandante en Jefe del Ejército, sirvió a su Patria con el poder y con el dolor.

Gonzalo Rojas Sánchez"

El doctor Guillier

Hola amigos, he recibido este interesante artículo respecto a la actuación de un periodista del canal 11, de apellido Guillier, el mismo que una vez insultó al Cuerpo de Carabineros diciendo que: "Carabineros de Chile era un lumpen de uniforme y una vergüenza nacional". Tú, ¿qué opinas de este espécimen?

EL DOCTOR GUILLIER Y SUS SECUACES

En los mismos instantes en que la gran mayoría de los chilenos lloraba respetuosamente la muerte del Capitán General Augusto Pinochet, ex‑Presidente de la República, ex‑Senador y ex‑Comandante en Jefe del Ejército de Chile, el doctor Guillier –ahora revelado maricón travestí anti y pro Isapres– se solazaba con su deceso, convocando a putas, ladrones concertacionistas, gays del PDC, gatos de campo de ChileDeportes y vendepatrias del PPD a una concentración en la Plaza Italia. Logró reunir con ella a cientos de desubicados, muy preocupados porque se les puede acabar la teta de las ONG europeas anti-pinochet...

Claro, el maricón tuvo razón: una persona de 91 años de edad no podía sobrevivir a un infarto...

Ahora, lo que queda esperar es que Guillier estime que el deceso del General es un tongo.

¿Qué espera Piñera para mandar a la cresta a su “rostro creíble”?

Si no se atrevió a aceptar el varonil desafío de Marco Antonio... ¿qué puedo temer yo?

¡Viva Pinochet!

¡Viva Chile!


Jorge Arturo Prat

4.871.523-0

11 diciembre 2006

Responso de Mi General por un soldado


He recibido este lindo testimonio de un soldado que asistió hace algunas horas al primer responso ofrecido por el descanso del alma de mi general Pinochet.

Responso de Mi General

Hoy rodeado de cariño y de gente que lo sentía con honestidad, se realizó en el Hall Central de la Escuela Militar el responso por el sensible fallecimiento de quien fuera nuestro Cdte. en Jefe y Pdte. de la República.
Afuera, la gente multitudinaria luchaba por rendir sus personales condolencias y verlo por vez última, difícil cuantificar las cantidades, pero fue muy emocionante cuando dejaron entrar al público y ver lágrimas, amarguras, de gente sencilla y de todos los niveles, de jóvenes y de personas de tercera edad.
Unas 500 personas o poco más, copábamos el Hall Central. Se rezó primero el Rosario, posteriormente el responso a cargo del Cardenal Errázuriz para terminar con la Canción Nacional con todas sus estrofas
Ahí estaba su Guerrera, Espada y Gorra, ahí estaba nuestro gran Cdte. ahí estaba quien cambió el rostro de Chile, ahí estaba quien escribió importantes capítulos de la Historia Patria
Es bonito y recogedor ver las caras adustas y serias de quienes fuimos sus colaboradores junto a la expresión silente por la injusticia cometida
Una Familia estoica, serena, dolida y resignada, presidía. La verdad es que el espacio era reducido, no cabía más gente en el primer Responso, pero todos buscaban a la Sra. Lucía y a sus hijos para estrecharla y traspasarle algo de sensibilidad sincera y sentimiento de afecto hacia la figura de su esposo y de un padre.
Lo quieran o no, pasó a la historia. Hoy es noticia en todo el mundo y quienes lo sienten han superado con creces en la calle a los exaltados que son caos permanente, sirven como comodines para todos los propósitos, para festejar una muerte, para pingüinos, para las salidas de los estadios, para reivindicaciones salariales de gremios, esa es la diferencia de un legado, mientras unos lloran con banderas Chilenas otros destrozan con banderas de doctrinas ya extintas.
Creo que cantar la canción Nacional con todas sus estrofas, llenó las gargantas de sonidos quebrados, última vez en su presencia.
Mientras salíamos a la calle se veía el interminable llegar de personas que venían a rendir su último homenaje, no era necesario preguntar, mujeres vestidas de negro con banderas chicas y crespones negros, la Escuela cumpliendo con su tarea y con la misión recibida en la mejor de las formas
Es difícil hablar hoy, prácticamente imposible, pero hoy quedó muy en claro que los soldados también lloran.

Un soldado.

10 diciembre 2006

Mi general Pinochet - Recuerdos.

Hoy a las 14.45 horas me enteré por la TV que el general Pinochet había fallecido a las 14.15 en el Hospital Militar.
Inmediatamente pensé en la tristeza, pero a la vez tranquilidad, para él, su familia y para nosotros sus partidarios, por fin descansa en paz.
Luego de ver por más de una hora la televisión y las reacciones que el deceso de mi general provocaba en nuestra ciudadanía me puse a recordar el 11 de septiembre de 1973.
Ese día fueron las Fuerzas Armadas y Carabineros las que salvaron a nuestro país de caer en manos del comunismo y transformarnos en una segunda Cuba, pero posteriormente fue el general Pinochet quién, contra viento y marea, llevó a Chile a las puertas del desarrollo, desarrollo que lamentablemente ahora está cada día más lejos, pero eso es otra historia.
Les contaba que me puse a pensar en el 11 de septiembre de 1973. Yo era capitán de fragata, Jefe del Departamento de Instrucción de la Escuela Naval, pero ese día por diversos motivos era además Sub Director interino y mi Director me había dejado desde hacía dos días a cargo de la Escuela pues él se había constituido en la Comandancia en Jefe de la Iª Zona Naval y “no sabía cuando regresaría” me dijo.
A las 06.00 horas de ese día el Oficial de Guardia me comunicó por citófono que se había ordenado poner en ejecución el Plan Cochayuyo y que se les había tocado diana a los cadetes. Recuerdo que le dije a mi esposa: “poner en ejecución el plan Cochayuyo, ahora la cosa es de verdad” me vestí y me constituí en la Oficina del Sub Director.
Aproximadamente a las 07.00 horas comenzaron a llegar al Estadio Playa Ancha camiones de la Infantería de Marina con choferes de los buses de la locomoción colectiva y se me ordenó recibirlos en el Estadio y mantenerlos en custioda hasta nueva orden. Eran unos doscientos choferes que mantuvimos en la cancha de fútbol hasta bien entrada la tarde.
Aproximadamente a las 08.00 horas un oficial llegó a mi oficina con una radio portátil que estaba transmitiendo el último discurso de Allende. A medida que lo escuchaba pensé: “Si este está aún hablando por radio quiere decir que la cosa en Santiago no está nada de clara” En Valparaíso no se había sentido ni un solo disparo y no lo sentimos hasta el anochecer.
Posteriormente, cuando escuchamos del ataque de la FACH a La Moneda supe que el gobierno había sido traspasado a las FFAA y Carabineros.
Hasta ahora me da risa cuando los civiles no pueden comprender como resultó tan sencillo para las FFAA y Carabineros controlar el país en aquella ocasión. Que tienen que haberlo planificado desde hacía mucho tiempo antes y practicado, etc. etc. Las FFAA están en condiciones de tomar el control del país en cualquier momento, el 11 de septiembre de 1973 con el Plan Cochayuyo y actualmente con el Plan… Eso, ahora los señores políticos lo saben, pero...
Mi general Pinochet, descanse en paz.

09 diciembre 2006

Pinpón con el abuelo - Diciembre 2005


pinponconelabuelo (10)
Originally uploaded by Jorval.

Martín y MP me pidieron les hiciera una clase de pinpón.

08 diciembre 2006

Paria o reservista

Un amigo (que bueno es tener amigos) me envió este artículo escrito el 6 de Diciembre recién pasado por el profesor universitario don Gonzalo Rojas Sánchez. Lo copio para que lo comentes y te clasifiques en : "paria o reservista". Saludos.

PARIA O RESERVISTA
Gonzalo Rojas Sánchez – 6 de Diciembre de 2006


Los que verdaderamente quedan perplejos ante un pinochetista no son los marxistas duros; estos conocen bien a su enemigo y no les sorprende nada después de 33 años.
Los que verdaderamente quedan descolocados ante los defensores de la obra del Gobierno Militar, son los liberales de todas las corrientes. Muchos de ellos gritaron libertad ese Once de septiembre de 1973, se abrazaron y tomaron algún brebaje guardado para esa ocasión anhelada. Otros, suspiraron aliviados, se rascaron la cabeza y desde su permanente ideologismo, comentaron en privado: cuidado, esto puede ser largo, esto puede ser duro. Obviamente no lo dijeron en público: había que estar con la corriente. Eran liberales, no tontos.
Hoy, unos y otros liberales piensan igual: un pinochetista es para ellos mitad paria y mitad bofetada. Sin duda habrán visto por la TV, con un whisky en la mano, a los esforzados seguidores del Presidente Pinochet hacer vigilias, rezar por su salud y gritar consignas a favor del acosado estadista. Frente a las pantallas, con seguridad habrán exclamado: ¡qué gente!, distanciándose aún más de esos especimenes retrógrados e insolentes, que aún tienen la valentía de presentarse coherentemente en público. Por supuesto algunos liberales, senadores ellos, han declarado que cuando corresponda no asistirán al funeral. ¿Y quién los invitó?
Un pinochetista es efectivamente una bofetada ante la faz de cada liberal. Escogió la libertad, (por eso titulamos así una obra sobre la Presidencia Pinochet), que el camino iba a ser largo y duro, pero que no había otra forma de recorrerlo para salvar a Chile. Y sigue pensando así, validando la titánica tarea de salvación y reconstrucción. No oculta el pinochetista su desazón por actos lesivos a la dignidad humana que hayan podido realizar algunos agentes del Estado actuando a título personal. Los coloca en su contexto, guerra contra la subversión, y espera una justicia efectiva, que hasta ahora no ha llegado. Defiende el partidario del Gobierno militar a sus Fuerzas Armadas, gestoras principales de esa liberación. Las mira en más, las venera, agradece a sus representantes, partiendo por Pinochet y Merino, la grandeza con que llevaron sus uniformes en un nuevo campo de batalla, el más ingrato y difícil por la sordidez del enemigo.
No olvida el pinochetista que en esos 16 años y medio la cultura y la moral fueron cauteladas y promovidas en sus dimensiones correctas, que siempre se defendió el orden natural de la vida, la familia y la libertad de enseñanza, que nunca se persiguió a religión alguna, que no hay nada de qué pedir perdón en esos campos y sí mucha gratitud eclesiástica hacia esos gobernantes, que aún está pendiente. Todo esto es obviamente una bofetada para el liberal, aliancista o concertacionsta.
Y como el mentado pluralismo de estos individuos no existe más que para ellos, el pinochetista es mirado también como un paria, como un descastado de la modernidad, como un detractor de la democracia ilimitada, como un defensor fundamentalista de lo natural, como un desubicado respecto de los buenos chicos de la izquierda marxista. ¿Paria por eso? Más bien, auténtica reserva moral.