04 diciembre 2007

Michelle Bachelet ¿quién realmente es usted?


Hola amigos. Navegando por Internet me encontré con este artículo de la Revista Siglo XXI escrito por James R. Whelan. Después de leerlo me di cuenta que no sabía realmente quién era la desconocida Presidenta de nuestro querido Chile. Este es un resumen de su curriculum revolucionario que uno ha escuchado o leído en forma fraccionada; pero para que sigo, acá está el artículo, léanlo y después me cuentan lo que piensan.

Bachelet: El más reciente mito chileno
Por James R. Whelan


Hay un antiguo adagio relativo al quehacer gubernativo según el cual la cumbre de la estupidez es la ineptitud para distinguir entre el amigo y el adversario. ¿Qué pensar, entonces, de la Casa Blanca de George W. Bush, del Departamento de Estado de Condoleeza Rice, en cuanto ellos y sus adeptos adulan y se jactan respecto a la Presidenta chilena, Michelle Bachelet, como si ella fuera alguna especie de otra Tony Blair? Ellos incluso se arreglaron para sojuzgar adentro de su minueto a ese símbolo de truculencia, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, unas pocas semanas antes de despedirlo.

Pero, entonces, la propia Casa Blanca salió del closet y, en un difuso comunicado, proclamó su adhesión al gobierno socialista chileno con motivo de la muerte del ex Presidente Augusto Pinochet (ver relato al final de esta columna).

Pongamos las cosas en su lugar: Michelle Bachelet NO es una amiga de los Estados Unidos. Es verdad, ella no es una enemiga declarada de los Estados Unidos. Pero ¿amiga? No hay siquiera una traza de evidencia que sustente semejante bobería. Sin embargo, nadie —en el gobierno norteamericano, en los medios, en otros gobiernos, en el quehacer público en general— jamás habla negativamente de Michelle Bachelet, como si hacerlo equivaliera a escupir en la vereda o lanzar el humo a la cara a alguien. Simplemente no se hace, y punto.

Si hiciera falta una evidencia de quién es la verdadera Michelle Bachelet, tomemos ésta: en la oficina en La Moneda de su secretaria privada y confidencial, Claudia Hernández, hay una gran taza para el café con la imagen de ese horripilante cuadro de Edgar Munch, "El Grito", y las palabras "Bush—Again?" (“¿Bush—Otra Vez?"). Que la señora Presidenta de un país que profesa amistad hacia los Estados Unidos tolere ese insulto al Presidente de ese país y en la oficina de su secretaria privada es abominable. Y no cabe duda de que la mandataria sabe de la taza, pues "Qué Pasa" Nº 1.884, de 18 de mayo de 2007, nos aclara que ella es una frecuente visitante de esa oficina. No ha de sorprender que la Hernández guarde esos sentimientos de repudio hacia el Presidente de los Estados Unidos, ya que es una socialista de toda la vida, salida de la Nueva Izquierda del partido, o sea, de su ala más radical. Pero, pensándolo bien, de esa misma ala salió la Presidenta.
En parte todo esto puede obedecer a que hay tan poco ahí... hay mucho más exterioridad que sustancia acerca de Michelle Bachelet, mucho más apariencia que realidad. Crecientemente se está cuestionando su aptitud para gobernar, su competencia.

Ella llegó a la presidencia con un fuerte apoyo popular. A principios de marzo pasado, ese apoyo había caído de 65,3% a 47,5%. Una mitad de los entrevistados (50,8%), dijo que su gobierno era peor de lo que ellos habían esperado. En una escala de uno a siete, su gobierno obtuvo un magro 3,7 de calificación.

A no extrañarse. Ella estuvo fuera del país gran parte del tiempo durante el cual Chile sufrió el peor brote de disturbios callejeros en tres décadas, una huelga de 600.000 estudiantes de la enseñanza media, ayudados y patrocinados por ex terroristas y comunistas. Más recientemente, el Gobierno implantó un nuevo sistema de transporte público, un total e indisimulable desastre.

Sebastián Piñera, líder de la oposición, calificó el primer año de Bachelet como "una comedia de errores, omisiones e improvisaciones". El problema, dijo, es que Bachelet llegó a la Presidencia "sin ideas claras o programas bien definidos, sin gente calificada". De hecho, Bachelet insistió en un gabinete dividido por partes iguales entre hombres y mujeres, cualesquiera fueran sus merecimientos. Fue recientemente forzada a abandonar esa idea al reformular su gabinete para salir al encuentro de la crisis del tránsito.

Brevemente ¿quién es la persona de la cual estamos hablando? Michelle Bachelet es, desde el 11 de marzo de 2006, la primera mujer presidenta de Chile en la historia del país. Nada de sorprendentemente, Bachelet ha cortejado a la Gente Linda. En su primera visita a Washington el año pasado, Hillary Clinton dio una fiesta en su honor, con una la asistencia de una cohorte de personalidades brillosas (incluyendo la actriz que desempeñó el papel de Presidenta en la hoy discontinuada teleserie "Comandante en Jefe". (Bachelet más tarde dejó caer que a ella le gustaba la actriz, pero no el programa.) Bill Clinton, que repartía cordiales apretones de mano en Santiago hace un año, describió a Bachelet como "una particularmente bien calificada candidata, gracias a su experiencia". Uno se pregunta qué experiencia tuvo Clinton en mente. Hasta que el Presidente Ricardo Lagos la extrajo a ella del virtual anonimato en 2000, nombrándola su Ministra de Salud, nunca había tenido un trabajo significativo. Posteriormente, en 2002, la designó Ministra de Defensa, siendo la primera mujer en Chile y América Latina en desempeñar esa tarea.

Aunque no se distinguió en ninguno de esos destinos, en el segundo, en particular, atrajo la atención de los medios, incluyendo una famosa foto en que posó a bordo de un carro de combate. Ella se había preparado para ese trabajo: se había graduado a la cabeza del curso en 1996 en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile. Ello la habilitó para una beca de un año en el Colegio Interamericano de Defensa, regido por los Estados Unidos, en Fort McNair, Virginia, junto con 46 civiles y oficiales militares de las Américas.

Verónica Michelle Bachelet hizo su debut en este mundo el 29 de septiembre de 1951, después de sólo siete meses en las entrañas de su madre Ángela. Ella pesó 1,8 Kg., pero así y todo tuvo fortuna, pues su madre había perdido cuatro bebés antes de dar a luz a Michelle (si bien se las había arreglado para traer al mundo un hijo, Alberto —Beto—). Aunque bautizada en una iglesia católica (ante la insistencia de su firmemente católica abuela paterna), Michelle, como sus padres, ha sido una agnóstica de toda la vida.

Su padre fue general de la Fuerza Aérea y estuvo destinado en Washington en 1962-63. Ahí, en un colegio a las afueras de la ciudad, ella dominó el inglés. Su padre, por largo tiempo inclinado a la izquierda, respaldó firmemente al Presidente marxista-leninista Salvador Allende (1970-73), y estaba comprometido hasta sus charreteras en la preparación del esquema subversivo.

Cuando Allende fue derrocado en el golpe de 1973, el general Bachelet fue uno de los dos generales de la Fuerza Aérea (junto con un grupo de oficiales inferiores y hombres de tropa) arrestado y procesado por traición. Murió en prisión antes de comparecer ante el tribunal. Si bien había sufrido un ataque cardiaco masivo en 1968 que casi le provocó la muerte —después, de hecho, de jugar básquetbol— insistió en hacer esto mismo estando en la prisión, pese al consejo médico en contrario. Este segundo ataque masivo lo mató. (Su único hijo, Alberto, murió de un ataque al corazón en los Estados Unidos en 2001, a la edad de 54 años).

Hay cuatro o cinco claves para entender a esta mujer:

—Ella es una socialista dura de toda la vida, pero de un género de socialismo que, durante los años en que ella crecía en el partido, no tenía nada en común con los socialistas parlamentarios de Europa y sí mucho en común con los asesinos maoístas de China. El partido ya no predica ni practica la violencia, pero Michelle Bachelet continúa identificándose firmemente con aquellos para quienes la violencia revolucionaria era un modo de vida.

—Superficial: desde la época en 1970 en que se incorporó a la Juventud Socialista, Michelle fue un "comodín", llevando mensajes, escribiendo manifiestos, haciendo diligencias e incluso, en un punto, como "porteadora", llevando dinero desde el alto mando socialista hasta los muy combatidos terroristas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Eso llevó a que ella fuera arrestada. Estuvo detenida por dos semanas, tras lo cual insinuó que había sido torturada. Su madre, arrestada junto con ella, fue retenida durante un mes y posteriormente manifestó que no había sido torturada, pero sí sometida a un sórdido proceso de "ablandamiento".

—Apenas puesta en libertad, decidió dejar el país, viajando con su madre a Australia, donde Beto las aguardaba. Después de sólo unos pocos meses allá, a sugerencia de un pololo, Michelle viajó a Alemania Oriental, y la siguió su madre al poco tiempo. Ella continuó en su rol de "comodín" durante los cuatro años que estuvo en Alemania Oriental, que era el centro de la rebelión para los partidos de izquierda. Allí ella estuvo profundamente involucrada en las actividades conspirativas clandestinas. De hecho, en 1977 ella viajó —obviamente por asuntos del partido— a Vietnam, un hecho que ella dejó caer durante su visita oficial de noviembre pasado a Hanoi para la conferencia de los países del Asia-Pacífico. Ella continuó como operadora encubierta cuando retornó a Chile, compartiendo casa durante un tiempo con un alto personero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) patrocinado por los comunistas, una organización terrorista. Ella misma estaba muy comprometida con el ala radical de su partido —un ala tan radical, para citar a dos de sus admiradores biógrafos, —"que no tenía problemas reales con los procedimientos del brazo armado del Partido Comunista".

Hasta 1995, cuando fue elegida miembro del Comité Central, en ningún momento le fue confiado un cargo ejecutivo de ninguna clase. En otras palabras, en ningún momento fue tomada en serio. Mientras vivía en la periferia de Berlín, a ella le gusta decir que retomó sus estudios médicos interrumpidos por la Revolución de 1973 en Chile, pero el hecho cierto es que lo que ella hizo fue iniciar (pero no terminar) un curso de idioma alemán que era prerrequisito para la escuela de medicina. (Ella frecuentemente es esquiva en las historias que cuenta). Ella también se casó con un candidato a revolucionario como ella misma, y dio a luz al primero de sus tres hijos. (Las otras dos nacerían fuera de matrimonio en Chile, una de ellas hija de un doctor de derecha).

—Ella es indudablemente hábil. Se graduó (en 1983) en la principal escuela de medicina de Chile, especializándose después en pediatría y salud pública. Pero no es brillante ni una líder fuerte. Ni de una presencia dominante. ¿Cómo podría serlo si mide un mero metro 57 centímetros? Y es decididamente corpulenta (de hecho, un ex ministro de Hacienda suscitó su ira cuando se refirió a ella como "mi gordi".) Hay una cuestión real acerca de cuán líder, y punto, ella realmente es.

Como se indicó, ella demoró 25 años antes de ser nombrada para un puesto de conducción. En su único intento de ser elegida para un cargo público (antes de ganar la elección para Presidente, en 2006), en 1995, cuando compitió para el cargo de concejal de una comuna suburbana, solo logró conseguir el 2,35% de la votación.

—Todos sus más próximos amigos y consejeros provienen de la izquierda dura de la política chilena. De allí, también, provienen sus predilecciones: ella recientemente provocó un shock de oleajes a lo ancho de la economía cuando reflexionó en voz alta acerca de si no habría llegado la hora de "humanizar" el modelo de economía de mercado que ha hecho de su país el centro de la envidia de América Latina —y, de hecho, de gran parte del mundo. ("Humanizar", en la jerga socialista, significa aumentar el rol del Estado y reducir el del sector privado). La economía chilena como es sabido se deslizó en 2006 de un crecimiento de 5,7% en 2005 a uno de 4%. Eso no obstante los siderales precios del principal producto de exportación chileno, el cobre.

En encuestas a dirigentes de los hombres de negocios, la confianza en ella ha declinado a través de su primer año. Tiene un equipo económico de primera clase, y básicamente descansa en él, pero en general tiene la reputación de que se inclina mucho más hacia el sanctorum interno de palacio, un grupo que incluye a dos mujeres filo-comunistas de la línea dura, bypasseando a su gabinete.

—Lo mismo sucede, también, con su visión internacional. Desde que era una niña, ella ha sido una admiradora de Fidel Castro, el dictador con más tiempo de ejercicio de la historia del hemisferio (y el único de carácter totalitario). Tanto cuanto ella también proclama ser una campeona de los derechos humanos, encuadrar eso con el apoyo al peor abusador de los derechos humanos del hemisferio requiere un gran paso doble intelectual. Pero, entonces, ella eligió vivir en Alemania Oriental, el más horrible de los satélites soviéticos, y nunca se la ha oído emitir una sola crítica de ese espantoso régimen —ni, para el caso, del salvaje régimen norvietnamita. Por contraste, pese a que nunca conoció al sempiterno dictador de Alemania Oriental, Erich Hönecker, que vivió en Chile los dos últimos años (1992-94) de su macabra existencia, ella sí conoció a su viuda.

"Le agradecí", dijo Bachelet, "porque mientras yo estaba en Alemania Oriental, tuve la oportunidad de trabajar en un hospital y estudiar y formar una familia. Nos dieron gran apoyo material. Aquellos de nosotros que dejamos Chile durante tiempos difíciles fuimos allá bienvenidos y sustentados." Bachelet no mencionó que, al mismo tiempo, la vida para los alemanes orientales era muy dura —para los que escapaban de la prisión o la muerte. De hecho, su muy izquierdista madre, Ángela, en otra entrevista, fue lo suficientemente candorosa como para observar que los revolucionarios chilenos lo pasaban allá mejor que los alemanes corrientes. Ángela soportó en Alemania sólo dos años, antes de dar el salto hacia una oportunidad en Washington. (Muchos, muchos otros refugiados rojos —al descubrir la realidad del comunismo— huían de los países tras la Cortina de Hierro. Michelle evidentemente no cayó en esos renunciamientos.)

Es necesario recordar —si bien ella es esquiva en esto, como lo hace en tantos otros temas— que Michelle no TENÍA que vivir allá. Ella ya se había establecido en Australia, y otros países le habrían dado la bienvenida —Canadá, Suecia, España, Francia— como se la dieron a miles de otros revolucionarios chilenos.

Hasta que sus socios democratacristianos le dieron un duro ultimátum, ella se inclinaba por lanzar el apoyo de Chile el año pasado a Hugo Chávez en su costosísima campaña por ocupar el asiento para América Latina en el Consejo de Seguridad de la ONU. Chávez ha hecho, por supuesto, del ataque inmisericorde a los Estados Unidos la pieza central de su implacable estilo internacional fundado en el petróleo. Si bien forzada a retirar el apoyo, Bachelet continúa haciendo ostensible su afección por Chávez, al extremo de que siguió adelante con una visita planeada a Venezuela en meses pasados pese a que el bombástico venezolano había insultado al Senado chileno en la misma víspera del viaje. Ella dijo que lo reprendería una vez que estuviera allá; lo que de hecho hizo fue pasar con él el doble del tiempo programado para su único encuentro privado, durante el cual ella puso su firma a un trato que podría asociar a la compañía petrolera estatal, ENAP, con el monopolio petrolero estatal venezolano (principal fuente de financiamiento para las aventuras internacionales de Chávez), y otro trato comprometiendo la cooperación de TVN con un nuevo servicio de "noticias" para televisión que Chávez ha creado. La lealtad a las instituciones chilenas obviamente le importó menos que hacer collera con el compañero socialista Chávez.

Gravitar hacia la órbita soviética fue, en el hecho, lo que resultó natural para una mujer que, desde sus más tempranos tiempos, estuvo inmersa en la propaganda que retrataba a los Estados Unidos como malvado y depredatorio y que pasó años en organizaciones terroristas dedicadas a odiar a los Estados Unidos y todo lo que éstos representaban. Una parte de ese veneno estaba destinada a quedarse ahí.

6 comentarios:

Pablo Moya Fuentes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pablo Moya Fuentes dijo...
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Pablo Moya Fuentes dijo...

Los dos comentarios borrados son míos. No leí bien el primer párrafo y pensé que el autor del texto era jorval y me dirigí a él en lo que escribí. EL segundo comentario era una fe de errata. La verdad es que prefiero hacer todo denuevo.

La verdad es que hacer comentarios sobre la presidenta no vale mucho la pena, es mejor esperar que termine el mandato y hacer un análisis serio, no una sarta de información sesgada e incompleta acerca de una persona que claramente no comparte en lo más mínimo la ideología ni la forma de pensar del autor.

Aunque lo escrito tiene que ver más con la vida de Michelle Bachelet que con su presidencia Whelan no deja de hacer guiños hacia su tendencia de ultra derecha desempolvando términos como "marxista-leninista" dando a entender que nuestro gobierno tiene algo de eso. Que no se equivoque, nuestro gobierno con suerte es socialista, el marxismo ya no existe en sudamérica, tal vez en cuba y en nicaragua un poco.

El autor da juicios de valor acerca de las dictaduras de izquierda como asesinas y duda de la posible tortura que sufrió la presidenta. Se olvida acaso que en nuestro país hubo una dictadura que mató a mucha gente y que ni con mucha imaginación podríamos decir que se identificaba con la izquierda? Se olvida de los crímenes que se comentieron en Chile muchos de ellos con la ayuda de agentes de la CIA? no le da verguenza dudar del testimonio de alguien que fue tomado preso y toturado?

Whelan además hace un par de reflexiones acerca de venezuela y particularmente de la cercanía de Bachelet con Chávez. Yo puedo decirle que hay muchas cosas de la actual Venezuela discutibles, hay muchas cosas que dice y hace el presidente Chávez que cada juzgará como le parezca. Pero este último fin de semana Venezuela le dió una clase de democracia a todo el mundo, Chávez se arrancó con los tarros y le pidió a la gente que le diera el poder absoluto, la gente le dijo que NO. Yo me considero de izquierda pero de ser venezolano hubiese votado que NO. Envidio que un gobierno haga ese tipo de consultas y la gente pueda decidir en un referendo limpio que es lo que quiere (hasta en CNN comentaban la transparencia del proceso). Así, no puedo dejar de recordad aquel plesbicito del 81 en el que Pinochet hizo la farsa más grande y se auto eligió presidente hasta el 90. Desgraciadamente para él el 88 la gente estaba más aburrida y tenía un poco menos de miedo. Habían más condiciones y el SI perdió con mucho más margen de lo que perdió Chávez en Venezuela. Como olvidar las elecciones del 2000 cuando Al Gore ya había ganado, ya esta celebrando con sus colaboradores y FOX transmite una noticia de última hora de que en realidad ganaba Bush. Es eso transparencia?

Cuando alguien habla tan mal de una persona deja entrever con facilidad todos sus sesgos, se le olvida que su bloque político (que claramente no es el "marxista-leninista" como Whelan dice) tiene tejado de vidrio al igual que cualquiera. Se olvida que el último presidente de derecha en Chile fue en realidad dictador, asesino y además ladrón del dinero de su patria falsificando cédulas de identidad como el más vulgar traficante. Pinochet se rió en la cara de todas las familias que le donaron parte de sus bienes en los "momentos de necesidad" en la clínica de Londres. Para que hablar de Bush y su guerra contra el terrorismo que ha matado a tantos civiles y ha desangrado la economía de los Estados Unidos así como también sus últimas proyectos de ley y su veto a las leyes sociales de protección a la infancia por considerarlo un despilfarro.

Ashniet dijo...

Buen día, Jorval...
Se nota que el comentarista de arriba es contrario al pensamiento del escritor.
Yo estoy de acuerdo con el escritor, creo que la Presidenta no sabe hacer lo que se dispuso a hacer. Creo que no es capaz, le falta mucho para llegar a entender y sobrellevar lo que se presenta.
Nuestro país está "como las weas" y me apena decirlo, pero es culpa de ella (la nombro sólo a ella, porque de ella dependen los cargos importantes y las decisiones importantes).
Es una resentida social y lo lamento, porque esa gente no sabe ver hacia el futuro, no sabe entender que de lo que hacemos ahora, veremos los frutos en unos cuantos años más. Y no es primordial verlos lo más pronto posible, sino que lo mejor posible.
Yo, pocos años antes de salir del colegio, no me consideraba de ningun partido ni sector político, pero luego de la reforma educacional que me tocó vivir, me di cuenta de cuantos otros "cagazos" se mandaron y luego esto!
Es impresionante, la Concertación realmente me decepcionó, siento que ninguno vale la pena (quizá hay excepciones, como en todo) no saben ni quieren hacer las cosas bien, y la presidenta no es la excepción. Son todos mediáticos, corruptos, vendidos, egoístas y quizá cuánto más.
Estoy apenada por tener un gobierno así y que quizá la gente no se acordará de aquí a las elecciones, ya que como siempre, estos gobiernos ponen parches antes de las elecciones para que los vuelvan a elegir, haciendo parecer que son unos héroes, siendo que ellos fueron los que se mandaron el "cagazo"; a pesar de que no piensan mucho, es impresionante como saben comprar a la gente, aunque "no sean" empresarios.
Otro tema más para hablar, que cinismo, es impresionante...
Hablamos pronto...
Saludos

Guille dijo...

Este reportaje habría sido muy interesante si la gente que lo redactó no fuera tan parcial en sus apreciaciones... sus comentarios de "marxismo-leninismo" son despectivos y los comentarios sobre la relación entre el físico de la presidenta y su capacidad de liderazgo realmente me indigna. También creo que el insinuar que la presidenta no fue torturada y sea un show mediático es indigno, seamos clarfos,en la dictadura hubo represión, y nadie puede negarlo, Pinochet habrá hecho cosas buenas por el país, pero el dolor que mucha gente sintió le estará pesnado al viejito en el infierno. Concuerdo en que la presidenta tuvo un inicio muy desafortunado, en que yo veía que Chile retrocedía, pero la actitud que tomó ella de guardar silencio y trabajar duro para dar lo mejor a Chile es francamente notable y espero que llegue al poder nuevamente el 2014. Jorval, no deseo crear polémica contigo, pero espero que seas capaz dever que este diario tiene una visión muy sesgada y que comprendas que todos en nuestra vida comemetemos errores, algunos bien grandes, pero eso no nos impide reflexionar, madurar y tomar el rumbo nuevamente. No dudo que Bachelet haya tenido un pasado terrorista, pero se que ella en este momento no desea una patria violenta, solo con ver su cariño por las FFAA es muy conmovedor y nos da un ejemplo a seguir.
Esto fue publicado cuando Bachelet enfrentaba la peor crisis. Espero que ahora, con el país estable logres tener una mejor visión de las cosas. No creo que admires a Bachelet ni mucho menos, pero sólo considera lo que te digo sobre la recapacitación, el esfuerzo y el empeño. Saludos y exito en todo lo que hagas

Jorval dijo...

Estimado Guille:
Al igual que Lagos, no creo que Bachelet vaya a ser ni nombrada en el 2014, ha sido lejos una pésima presidente; con el solo numerito del Transantiago tiene para años de críticas.
Te has fijado que sólo los marxistas pueden reflexionar, madurar y tomar el rumbo nuevamente. Por arte de magia, o mejor dicho del Gobierno Militar se transformaron en pacíficas y blancas palomas. ¿Cuantos fueron los muertos? mil, dos mil, te imaginas cuantos habrían sido sin la intervención de las FF.AA. cientos de miles. ¡Ha! y estoy seguro que mi general Pinochet se encuentra en el cielo y no en el infierno. Saludos.